Hoy venimos a hablaros de un problema que puede ser bastante frecuente en la vida de nuestros peludines: la pododermatitis. Como no somos veterinarios, le hemos pedido a Leticia que nos cuente su experiencia, ya que una de sus conejitas, Arya, el año pasado sufrió de pododermatitis en una de sus patas.
Experiencias con conejos con pododermatitis
«Nos dimos cuenta a la vuelta de vacaciones, en agosto de 2014. Le di la vuelta para darle unos mimos y al tenerla patas arriba vi que de una de las patitas le salía pus. El pus en el caso de los conejos es muy pastoso, como requesón, así que es fácil reconocerlo.»
La pododermatitis es una infección que se da con frecuencia y puede estar causada por un suelo duro o rugoso, falta de higiene o un sustrato inadecuado. En el caso de Arya «fue por el suelo que teníamos en el apartamento donde estábamos de vacaciones.» Leticia actuó rápidamente cuando vio la pus: «Lo primero que hice, ya que rápidamente reconocí qué le pasaba, fue intentar sacar el máximo posible de pus mientras limpiaba la zona con una gasa y clorhexidina, porque aunque era urgente, podía esperar al día siguiente, ya que el vete a esas horas estaba cerrado. Lo siguiente, pegarme una carrera a Carrefour. Sé que puede parecer poco lógico, pero mi primera idea fue taparle la pata para que la herida se contaminase lo menos posible. La opción de ponerle un vendaje típico, con un terremoto como Arya, no era viable, así que probé a colocarle un calcetín de bebé y…bingo!!».
Ella sabía que si la infección se controla desde el primer momento no tenía porqué tener consecuencias negativas en su coneja, aunque, si no se trata a tiempo puede acabar con la amputación de la patita e incluso la muerte. Una vez en el veterinario el tratamiento fue antibiótico y antiinflamatorio durante unos días, «además, tratamiento con blastoestimulina y una crema llamada Iruxol Neo (casi milagrosa en problemas cutáneos).»
Afortunadamente, la pododermatitis sólo duró unos días, aunque nos advierte que «hay que limpiar muy muy bien todos sus enseres para matar todas las bacterias. Nosotros no lo hicimos al principio (manteníamos la higiene habitual pero por lo visto era necesario algo mucho más exhaustivo) y las conejas tuvieron unas pododermatitis recurrentes durante un par de meses (se las iban contagiando una a la otra).»
Por otra parte, Floppy -la compañera de aventuras de Arya- hace unos meses pasó por un calvario diferente: en una de sus aventuras exploratorias quedó enganchada con la consecuencia de perder una de las uñas de su patita. Lo que parecía una simple herida (la curaron y siguió saltando y trasteando) a los tres días se complicó: tenía toda la patita completamente inflamada.
«Al descubrir la pata con semejante inflamación, la llevamos corriendo a la veterinaria. Le hizo una radiografía a ver si tenía algo roto y, al ver que no, nos mandó tratamiento. Una semana de antiinflamatorio y antibiótico inyectado dos veces al día. Una semana después, no solo no había bajado la inflamación si no que se había empezado a “despellejar”, así que la única opción fue sedarla, cortarle el pelo y ver qué había en esa pata… Después estuvimos más de un mes con medicación diaria y curas dos veces al día…y el mes siguiente únicamente con las curas.»
Durante un mes y un par de veces al día, tenían que dedicarse a curarle: «como había zonas inaccesibles, había que ir levantando piel poco a poco en cada cura que se le hacía hasta que le volviera a crecer tejido sano y pelo por toda la patita. Finalmente Floppy ha perdido la uña de la pata afectada, ya que sufría necrosis «y su cuerpecito lo rechazó y se le cayó.» Ahora ya vuelve a ser la que era, Leticia nos recuerda la importancia de cortar frecuentemente las uñas a nuestros peluditos para que no se den situaciones en las que puedan pasar este tipo de cosas.
Queremos darle las gracias a Leticia y a sus conejitas Arya y Floppy por su colaboración.
Por favor, si crees que tu conejo puede estar pasando por algo de esto, consulta a tu veterinario.